Los dominicanos acudirán el próximo domingo a las urnas para elegir al sucesor del actual jefe de Estado, Danilo Medina, en unas elecciones presidenciales y legislativas celebradas en plena pandemia del coronavirus.

La COVID-19 ha sido protagonista indiscutible de la campaña: llevó a la prohibición de los mítines, convirtió la ayuda humanitaria desplegada por la pandemia en propaganda electoral y postró en la cama al favorito, el opositor Luis Abinader, quien el pasado viernes anunció que se curó tras dos semanas de convalecencia.

Por el coronavirus, las autoridades electorales decidieron posponer los comicios, originalmente pautados para el 17 de mayo, y eligieron celebrarlos en julio para cumplir el mandato constitucional que fija el traspaso de poderes de los presidentes el 16 de agosto.

El cambio de fechas, sin embargo, ha propiciado que las elecciones se vayan a celebrar en el momento en que los hospitales dominicanos están más llenos, debido al repunte de contagios fruto de la reactivación de la economía, iniciada el pasado 18 de mayo.

Desde mediados de marzo, República Dominicana ha superado los 31.000 contagios, con más de 725 fallecidos.

MASCARILLAS Y CALAVERAS

Para garantizar la celebración de las elecciones, en las que los principales candidatos son Abinader y el oficialista Gonzalo Castillo, el Gobierno ha congelado el plan de reapertura de la economía y ha anunciado multas de hasta 1.700 dólares para los que no se pongan la mascarilla en la calle.

También ha redoblado la campaña de concienciación de la población, llegando al extremo de difundir imágenes de calaveras y de tumbas, para recordar que el coronavirus mata.

El movimiento apartidista Participación Ciudadana, capítulo dominicano de Transparencia Internacional, ha acusado al Gobierno de tratar de «sembrar el terror» con esta campaña, con el supuesto propósito de fomentar la abstención, dado que las encuestas sitúan como favorito a Abinader.

LAS GANAS DE VOTAR

El miedo al contagio es una realidad y preocupa a cerca del 30 % de la población, según sondeos difundidos en los últimos días, por lo que se teme que baje el nivel de participación, que rondó el 70 % en las elecciones de 2012 y 2016, ambas citas ganadas por Medina.

Margarita, vecina de La Ciénaga, una barriada pobre de Santo Domingo, tiene dudas sobre si acudir al colegio electoral. «Yo digo, yo voy si yo puedo, porque me gustaría votar, pero yo tengo mis problemas (…) No sé si vaya a votar».

En cambio, Amanda, vecina de El Dique, otra barriada a orillas del río Ozama, no tiene miedo porque cree que el virus es una invención política.

«Mira como yo ando con mi Manitas Limpias (alcohol en gel), porque hay que cuidarse del virus. Pero no hay virus, lo que hay es política», comenta.

Para tranquilizar a la población, la Junta Central Electoral ha anunciado que obligará a los votantes a hacer fila fuera de los colegios electorales, guardando dos metros de distancia, y solo permitirá entrar de uno en uno, después de desinfectarse las manos y, por supuesto, llevando mascarilla.

UNA CAMPAÑA VIRTUAL… HASTA AHORA

El virus también ha forzado a realizar una inusual campaña virtual, llevada a través de redes y medios de comunicación, y sin los actos multitudinarios callejeros que son habituales en las elecciones dominicanas.

La prohibición a los mítines se levantó, de forma oficiosa, el pasado sábado en un concentración encabezada por el presidente Danilo Medina quien, usando la mascarilla en la barbilla, arengó a numerosos seguidores que se arremolinaron en un salón bajo techo en la ciudad de Azua.

Tras ese acto, otros políticos de todos los colores se echaron a las calles el domingo y, previsiblemente, mantendrán la campaña de este modo hasta el último día autorizado, el próximo jueves.

LAS PROMESAS POR EL VIRUS

Las propuestas de campaña han girado totalmente alrededor de los planes de recuperación poscoronavirus y los principales candidatos, en menor o mayor medida, han realizado donaciones relacionadas con la enfermedad.

Abinader donó un hospital de campaña y ha encabezado una «ruta solidaria» para ayudar a personas afectadas en diferentes partes del país, mientras que Castillo dice haber empleado unos 4 millones de dólares, la mitad de los fondos declarados de su campaña electoral, en ayuda humanitaria.

Esto ha incluido la organización de vuelos de repatriación de dominicanos varados en el extranjero y el reparto de toneladas de comida en barrios pobres, zonas que son caladero de voto habitual del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), formación que, según las encuestas, podría perder el poder por primera vez desde 2004.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here