Autores: Carlis Segura, Warquelis Veriguete, Miladys Bocio, Ronny Arno y Salvador Díaz

En un país donde la riqueza natural se manifiesta en cada rincón, la minería a cielo abierto representa una de las contradicciones más alarmantes del desarrollo contemporáneo. Aunque esta práctica suele ser presentada como una vía para el crecimiento económico y la creación de empleos, la realidad dominicana demuestra que su implementación ha tenido consecuencias ambientales y sociales profundamente negativas.

La remoción masiva de capas de suelo y vegetación para extraer minerales no solo altera de manera irreversible los ecosistemas naturales, sino que también afecta la salud y calidad de vida de comunidades enteras. La contaminación del agua y del aire, la pérdida de biodiversidad, y la exposición a sustancias tóxicas como el mercurio y el cianuro han sido ampliamente documentadas en zonas como Cotuí y San Juan (Ramírez & García, 2019; De la Cruz & Peña, 2020; Báez, Rodríguez & Méndez, 2022).

No puede haber justicia ambiental sin justicia social. Las poblaciones que habitan cerca de las minas son frecuentemente las más vulnerables, y a menudo carecen de recursos legales o económicos para defenderse. Viven los efectos de la minería en carne propia: enfermedades, desplazamientos, pérdida de acceso a agua potable y una sensación creciente de abandono estatal (Ulloa, García & Peña, 2021).

A pesar de contar con leyes como la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, la debilidad en su implementación deja un amplio margen para la impunidad. Las evaluaciones de impacto ambiental y los procesos de consulta comunitaria se ejecutan muchas veces de forma simbólica o con irregularidades que socavan la confianza ciudadana (Moya, 2023).

Desde nuestra óptica, resulta urgente que la República Dominicana reconsidere el modelo extractivista. Las riquezas del país no pueden seguir viéndose como simples cifras de exportación. El verdadero desarrollo debe basarse en la sostenibilidad, en la protección de los ecosistemas, y en la dignificación de la vida humana. Existen alternativas viables como el ecoturismo, la agricultura sostenible y las energías renovables que pueden generar bienestar económico sin comprometer el futuro (Acosta, 2016).

Es preocupante que una actividad tan agresiva como la minería a cielo abierto se siga imponiendo en territorios que deberían ser protegidos. La destrucción de montañas, ríos y bosques no solo amenaza el equilibrio ecológico, sino también la cultura y la identidad de nuestras comunidades rurales.

Por eso, este artículo no solo busca denunciar, sino también proponer. Necesitamos una transformación profunda en la forma en que entendemos y practicamos el desarrollo. Requiere voluntad política, compromiso ético y participación activa de la ciudadanía. Defender la naturaleza es, en esencia, defender la vida.

En conclusión, la minería a cielo abierto en la República Dominicana es una muestra dolorosa de cómo el capital puede imponerse sobre la dignidad humana y ambiental. Urge un cambio de rumbo que priorice la sostenibilidad, el bienestar colectivo y el respeto a la tierra que nos da sustento.

Referencias

  • Acosta, A. (2016). El buen vivir: Sumak Kawsay, una alternativa al desarrollo. Abya Yala.
  • Báez, M., Rodríguez, F., & Méndez, L. (2022). Impactos de la minería metálica en los recursos hídricos del Caribe insular. Revista Caribe Ambiental, 14(2), 109–120.
  • De la Cruz, J., & Peña, H. (2020). La degradación del suelo por actividades extractivas en la región norte de República Dominicana. Boletín de Ciencias Ambientales, 11(3), 91–102.
  • Moya, E. (2023). Evaluación de las políticas mineras en República Dominicana: desafíos y perspectivas. Revista de Políticas Públicas Ambientales, 9(1), 45–59.
  • ONU Medio Ambiente. (2020). Evaluación ambiental en zonas mineras del Caribe insular: Informe técnico.
  • Ramírez, P., & García, E. (2019). Minería y deforestación en zonas montañosas de la República Dominicana. Estudios de Ecología Tropical, 7(2), 65–78.

6 COMENTARIOS

  1. Observando éste trabajo, soy de opinión de que debemos tener en cuenta que las autoridades que nos han gobernado durante los últimos 30 años, no tienen un rumbo específico hacia donde queramos ir, entonces siendo así, nuestra naturaleza, nuestra familia, nuestra sociedad será la más afectada, por cómo nación no tenemos objetivos claros con respecto al tama de las minería porque cualquier inversionistas puedes venir al país invertir y no tiene ninguna consecuencia con respecto al tema medio ambiental.

  2. A pesar de los argumentos económicos que defienden estas operaciones de explotación y depravación de nuestro entorno y ecosistema en general, hay que reconocer que es un desastre, una masacre que afecta directamente a nuestra sociedad a corto, medio y largo plazo, unamos nuestras voces como sureños, como dominicanos comprometidos con nuestra patria y asi lograr ponerle un stop a ese desorden.

  3. Y al final de la jornada las comunidades más pobres suelen ser las más afectadas, mientras que los beneficios económicos se concentran en manos de corporaciones extranjeras y elites nacionales. Las comunidades pierden su tierra, su agua y lo más importante de toda la salud, mientras reciben promesas de desarrollo de un grupo de asaltadores y bucaneros y que rara vez se cumplen.

  4. Excelente el articulo por parte de esos academicos, escritos como esos es que nuestra sociedad y el mundo entero necesita leer, para que conozcan la realidad de nuestro medio ambiente, en definitiva, la minería a cielo abierto no solo representa una amenaza ambiental, sino también un grave problema de justicia social. Proteger nuestros recursos es proteger la vida, la dignidad y el futuro de todos los dominicanos.

  5. Muy bueno el artículo, sustentando lo escrito no podemos olvidar que somos un país con una alta vulnerabilidad al cambio climático, permitir este tipo de minería es como cavar nuestra propia tumba ecológica.

  6. Excelente artículo, agregando que somos un país con una alta vulnerabilidad al cambio climático, permitir este tipo de minería es como cavar nuestra propia tumba ecológica.

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